Durante la evolución, los primeros homínidos tenían unos caninos prominentes que se engranaban entre si, esto ayudaba a que la mandíbula mantenga una correcta posición con el maxilar superior sin ninguna posibilidad que la mandíbula vaya hacia atrás; en el hombre moderno los caninos se hicieron menos prominentes y fueron las premolares que tomaron el control de la posición mandibular brindando protección durante la retrusión esto se conoce como “guía retrusiva”, y se da cuando la cúspide palatina de la primera premolar superior engrana en la fosa distal de la primera premolar inferior, de esta manera cuando la mandíbula quiere ir para atrás la vertiente mesial de la cúspide choca con la cresta de esmalte de la premolar inferior desocluyendo la mandíbula y protegiendo la ATM de algún daño articular.
Es importante mencionar que el ser humano usa sus guías oclusales en los movimientos excursivos y esto se da durante el bruxismo, donde los movimientos son latero-protrusivos y ligeramente retrusivos, durante la masticación los movimientos son incursivos por lo tanto no se usan las guías oclusales.
Al extraer primeros premolares estamos afectando al paciente en su control retrusivo por lo tanto se genera una alta probabilidad de que ese paciente presente disfunción temporomandibular, debido a que no hay nada que impida que la mandíbula vaya hacia atrás y comprima la articulación.